A menudo me doy cuenta del daño que los nacionalismos sean del signo que sean causan precisamente a la nación, entendiendo por nación el territorio en el que libre y voluntariamente vive un colectivo de individuos y en el que realizan toda su actividad, social, laboral, cultural, familiar, etc.
Yo nací en Barcelona pero no por ello voy por la vida con una bandera cuatribarrada y la estrella de cinco puntas símbolo del independentismo. Me siento muy bien de vivir en España y me enorgullece que precisamente por el lugar de nacimiento se me haya brindado la posibilidad de poder expresarme en dos idiomas, pero no por ello me dedico a querer imponer una u otra lengua sobretodo cuando voy a lugares donde el catalán no es comprendido o entendido.
Admiro la diversidad y toda la gama de contrastes que los distintos puntos de la geografía española me brindan y disfruto de cada lugar y cada rincón.
Pero al mismo tiempo me entristezco cuando veo que por culpa de pocos, otros mantienen prejuicios frente a los primeros.
Hace un par de años era la "guerra del cava", otras veces ha sido el boicotear cierta cadena de supermercados porque su sede central esta en el país vasco o vascongadas dígase como se prefiera o hacia ciertas marcas sean alimenticias o de electrodomésticos. Desde esa zona de España y desde Cataluña, también se han alzado voces contra el resto de la peninsula y una vez más unos pocos reniegan del resto del país.
Hay que tener mucho cuidado con todo esto. El daño que se puede causar por actitudes de este tipo no hacen mella, la mayoría de las veces en quien ostenta el poder y el capital, para estos el dinero no tiene patria ni bandera aunque se llenen la boca con estos símbolos. La mayoría de las veces estas actitudes revierten en trabajadores que no entienden de política y que tan solo tienen como objetivo el llegar a fin de mes.
Ni todos los productos que se venden en determinados supermercados, ni el personal que compone el equipo humano, ni siquiera los que trabajan en determinadas marcas tachadas de origen separatista, ni los que trabajan en las cavas (bodegas) o los que distribuyen el cava, etc. tienen esa ideología. Muchos de ellos tienen sus orígenes en Andalucía, Murcia, Castilla, extremadura, etc. y son y se sienten tan españoles como el que más.
Lo curioso y tiste a la vez de todo esto es que unos pocos se hacen ver más que la mayoría, pero al final como la manzana podrida que va contaminando el resto de manzanas de la cesta, el odio y los perjuicios van ganando terreno. Lo normal pasa siempre desapercibido, lo raro, insólito, extraño siempre llama la atención.
En fin esta es mi opinión. El tema da mucho que hablar y se pueden llenar muchas páginas en uno u otro sentido. Desde aquí os animo a que con respeto y educación expreseis vuestra opinión o vuestras experiencias.
viernes, 25 de abril de 2008
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En esto, como es muchas cosas más, te doy la razón completamente. Para mí Cataluña se ha convertido en mi segunda casa en muy poco tiempo,llevando casi 8 meses aquí jamás he tenido un problema con nadie. No puedo negar que vine con cierto miedo de lo que me iba a encontrar, pero desde el primer día que pisé la universidad en la que estudio me sentí agusto y afín con la gente.
ResponderEliminarMe da mucha lástima también que se tenga esa visión de esta tierra, cuando muy pocas veces es cierto lo que se dice de que sólo hablan en su idioma, o que cada vez que salga una noticia de Cataluña sea sacando imagenes quemando fotos y banderas.
Muchas cosas en la vida desgraciadamente son injustas, esta es una de ellas...aún así yo seguiré hablando bien de los catalanes y de mi segunda casa.
Lo que tengo claro es que todos somos personas, no somos fronteras ni banderas.
Un besito!
Muy buen articulo MacGyver, en más de una ocasión hemos hablado sobre este tema y creo que nos ponernos de acuerdo en muchas cosas. No hay que negar que los pueblos son soberanos y tiene derecho a su lengua, su idiosincrasia, su cultura y su gobierno. En España, Cataluña y El País Vasco en mayor medida llevan años por obtener su independencia.
ResponderEliminarNo seré yo quien valore si esto es positivo o negativo, eso queda para los políticos y los estudiosos y siempre, creo, debe ser el pueblo por medio de las urnas el que al final tome la decisión.
Lo que si me parece una aberración que sea por medio de la fuerza, la coacción y el terror como se intente conseguir esta. Eso se asemeja a antiguas posturas fascistas y que son precisamente las que las emplean, los que la critican.
Me da pena también que unos cuantos, porque realmente quienes arman ese ruido son los cuatro fanáticos, inútiles, que solo sirven para eso, gritar e insultar, lo hagan alentando al desprecio y renegando del resto de los españoles, que aun seguimos probablemente pagando sus sueldos. Me da pena que se reniegue de sus raíces, porque guste o no, sus raíces son españolas.
Y lo peor como tú dices es que luego se paga con quienes menos tienen que pagarlo, con el trabajador, que por culpa de boicots, campañas distorsionadas y periodistas partidistas, arremeten contra determinados productos, empresas o clase política.
El pueblo no es tonto, el pueblo al final sabe distinguir y distingue en las urnas y aunque siga habiendo gente estúpida que piense que todos los catalanes y vascos quieren nacionalismo e independencia, también hay otra mucha que entienden, que los vascos y catalanes están en su derecho de pedir y votar, pero en la gran mayoría se sienten tan españoles, como el 90% de los andaluces.
Salud.
Soy gallega y nacionalista, que no independentista, vaya eso por delante.
ResponderEliminarCreo que mi país reune todas las condiciones que se precisan para ser definido como una nación: historia, geografía, cultura, economía y sobre todo idioma propios. No creo que el nacionalismo entendido como tal, como conciencia de la propia identidad y la exigencia de que esta sea reconocida, sea la causa de ningún problema social. Creo, sin embargo, que desde otros frentes si se le ha hecho daño a ese nacionalismo. La actitud de los gobiernos centrales, cerril y fundamentada en el miedo a la autodeterminación, lo que implicaría simplemente la expresión de los deseos de los ciudadanos, los ha llevado siempre a demonizar y meter en el mismo saco a nacionalistas y a terroristas, obviando las enormes diferencias que entre ellos existen. Utilizando la demagogia y la sangre de las víctimas del terrorismo para aplastar cualquier sentimiento nacionalista, desautorizándolo socialmente, añadiéndole ese matiz negativo que lo ha convertido en objeto de la ira de los que no lo tienen. Nadie duda de que el terrorismo es inaceptable e injustificable, pero igual de inaceptable es la ineptitud de los gobiernos, uno tras otro para resolver un problema que a todos nos afecta y para lo que les hemos dado nuestro voto. El problema del País Vasco es básicamente un problema político y ha de ser resuelto de un modo político, con la debida asertividad de las partes implicadas, y con la suficiente valentía , no con el miedo y la represión que históricamente ha resultado ser inutil. Quizás nuestros politicos no sean suficientemente competentes como para resolverlo o quizás haya intereses en que no se resuelva. El terrorismo justifica, en ocasiones, medidas que una sociedad democrática no aceptaría de ningún modo en condiciones normales.
No es el nacionalismo, como sentimiento de identidad lo que nos genera un conflicto con el resto de los ciudadanos del estado. Es la falta, en ocasiones,por la influencia mediática o por la desinformación, del respeto que merece un sentimiento que no se ha generado de la nada sino que ha estado siempre ahí, latente, a lo largo de la historia, sobreviviendo a pesar de la prohibición, de la represión y del desprecio. Un sentimiento que personalmente tengo y seguiré teniendo con orgullo.
Un saludo. Antea