domingo, 24 de enero de 2010

¿Está Dios en Haití?

Quiero compartir con todos vosotros un artículo que ha salido publicado hoy en Diario de Cádiz y que me ha parecido muy oportuno traerlo al blog para que tengáis oportunidad de leerlos aquellos que no tenéis acceso a él.

Este artículo está escrito por Juan A. Estrada, escritor y profesor de Metafísica y Filosofía de la Religión y colaborador entre otros de Diario de Cádiz.

Este es su artículo de opinión.

“DESDE la perspectiva científica el terremoto tiene una doble explicación. Por un lado, una zona sísmica, siempre amenazada por terremotos y maremotos, que se suceden con frecuencia. Por otra, que se ha practicado una deforestación masiva del país, que contrasta con la superficie de la República Dominicana, la otra parte de la isla. Además se ha dado una sobreexplotación del suelo, un agotamiento de los recursos naturales, en parte por empresas que han sido pan para hoy y hambre para mañana, y una fuerte explosión demográfica bajo gobiernos corruptos y dictatoriales, como los Duvalier, cuyo heredero se gasta hoy su fortuna en Francia. Cuando el terremoto llegó casi todo se vino abajo, incluido el centro histórico y las instalaciones estatales. Pero el barrio rico y moderno de Pétion Ville, en Puerto Príncipe, apenas ha sufrido daños. Es una isla segura, sólida y bien librada del azote natural.

La conclusión es evidente: con otra política y gobierno, otra distribución de la riqueza y otro tipo de construcciones se hubiera amortiguado mucho la violencia de la naturaleza en el país más pobre de América. Antes que preguntarse por Dios, ¿por qué permite esto?, hay que preguntar al hombre ¿cómo consentimos que tantos seres humanos vivan en la miseria, indefensos ante la naturaleza? La tragedia de Haití sigue al tsunami de Indonesia y vendrán muchos más, porque tres cuartas partes de la humanidad viven en la pobreza, sin medios para controlar la naturaleza. Tenemos los recursos técnicos y materiales para reducir al mínimo estos desastres, pero la distribución internacional de la riqueza los invalida.

¿Y dónde está Dios? Seguimos esperando milagros divinos que cambien el curso de la naturaleza; apelamos a la Providencia para que intervenga en las catástrofes naturales; rezamos y pedimos prodigios y señales. Y Dios guarda silencio y no actúa como esperamos. No aprendemos de la historia. No paró la cruz en el Gólgota; no intervino para evitar Auschwitz; no es el Dios relojero de Newton, que ajusta el reloj natural de vez en cuando; no modifica las leyes de la creación, descubiertas por la ciencia. El hombre y el universo son obra de un creador que respeta la libertad humana y el dinamismo de la naturaleza. Si buscamos al Dios milagrero, siempre a la escucha de los deseos del hombre, busquémoslo en otra religión, no en la del Dios crucificado. Es inconcebible que los cristianos sigamos esperando intervenciones prodigiosas, como en tiempos de Jesús, sin asumir la mayoría de edad del hombre y la autonomía del universo, cuyas leyes conocemos mejor y cada vez más.

En cambio, encontraremos a Dios, si lo buscamos identificándose con las víctimas y llamando a los hombres de buena voluntad a la solidaridad y la justicia; si esperamos que Dios nos inquiete, nos provoque y nos llame a colaborar de mil maneras para mitigar el dolor en Haití; si creemos que Dios no es neutral y que el contraste entre el gran mundo pobre y la minoría de países ricos clama al cielo. Hay que ayudar a Dios para que se haga presente en Haití, porque necesita de los hombres para que llegue ahí el progreso y la justicia. Los muertos y refugiados de la catástrofe tienen hambre de justicia, la de las bienaventuranzas, y Dios necesita testigos suyos para hacerse presente.

Nadie puede hablar en nombre de las víctimas sin experimentar sus sufrimientos ni padecer su forma de vida, sólo hacernos presentes a ellos. El protagonismo corresponde al ser humano: Dios es autor de la historia, en cuanto inspira, motiva y envía para la solidaridad y la justicia. El Dios cristiano no es la divinidad griega que siente celos del hombre y castiga a Prometeo, sino el que se enorgullece de la capacidad para generar vida con la ciencia y el progreso, sólo exigiendo que los recursos naturales se pongan al servicio de todos. Hay que actuar como "si Dios no existiera" y todo dependiera de nosotros, universalizar la solidaridad y cambiar las estructuras internacionales que condenan a pueblos enteros a la miseria. Desde ahí podemos esperarlo todo de Dios y pedirle que fortalezca, inspire y motive a los que luchan por un mundo más justo y solidario.

Dentro de pocos meses Haití será un mero recuerdo, excepto para los que siguen allí, y los habremos olvidado, como a Indonesia o las hambrunas del África subsahariana. La gran tragedia del siglo XXI es la de una humanidad que tiene recursos para acabar con el hambre y mitigar las catástrofes naturales, pero prefiere emplearlos en armamento, para defenderse de los pobres; en policías, para evitar que lleguen a nuestras islas de riqueza y en los despilfarros consumistas de una minoría de países. Del mal de Haití somos todos responsables y la solidaridad no puede quedarse en el acontecimiento puntual, aunque sea necesaria, sino que exige otra forma de vida.”

7 comentarios:

  1. Excelente artículo de reflexión para darnos en toda la boca.
    Un rampyabrazo.

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  2. Que malo somos los humanos. machote.
    Pues anda que si no tubieramos Dios, ya me dirias, cuan buenos seriamos.

    El mal existe, si no como vamos a saber lo que es el bien.

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  3. Feliz encuentro , me llamo Morrigan y los paganos partimos de que no existe un Dios castigador ni tampoco creemos en el demonio como ente maléfico. El mundo y la vida es un regalo de los Dioses y cuando recibimos un regalo de nosotros depende el uso que le demos.
    Cada vez somos más las personas que entendemos el mensaje. Solo tenemos un mundo para cuidarlo y respetarlo. Nosotros somos los únicos causantes del hambre en el mundo, el agotamiento de los recursos naturales, las guerras.
    En vez de preguntarnos ¿donde estan los Dioses? Tenemos que mirar atrás y entender que nos ha llevado a esto y que podemos hacer para que no vuelva a ocurrir. Hermanos, respetemonos los unos a los otros y cuidemos de nuestro mundo. Mis bendiciones )0(

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  4. Siempre pagan los mismos, en fin...

    Venia a darte las gracias, me dejais sin palabras es tan grande el apoyo que estoy encontrando que hoy llevo todo el dia emocionada... GRACIAS

    Besitosssssssssss

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  5. Tremendisimo artículo. Mira que muchas gracias por compartirlo. Yo soy uno que siempre vivo diciendo que a donde está Dios. Tomaaa!.

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  6. Si no fuese porque yo hice la entrada antes se podría decir que estaba plagiando en parte a este articulista. El texto no tiene desperdicio alguno e incide sobre lo que ya sabemos pero nos empecinamos en ignorar.

    Hoy en día ya nos hemos acostumbrado demasiado a ver este tipo de tragedias. La hambruna, las guerras, los desastres naturales ni siquiera nos quitan el apetito y mucho menos el sueño. Para la inmensa mayoría no dejan de ser imágenes que bien podrían ser de una película o de un documental.

    Para otros su efecto no los lleva más allá del comentario tertuliano entre amigos y/o compañeros de estudios o de trabajo.

    Efectivamente Haití pasará al recuerdo en breve, porque así lo queremos, porque la noticia repetida más de una semana aburre y se han de buscar nuevas cosas, y así en una carrera sin fin.

    Tendríamos tanto sobre lo que reflexionar, pero son tan pocas las ganas de hacerlo......

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