Mi madre, inglesa de nacimiento, me inculcó desde pequeña, el amor por la literatura inglesa que, hoy por hoy, es una de mis favoritas.
De “Cumbres borrascosas” dicen que es la historia de amor más hermosa y trágica de toda la literatura. Y, aunque se puede estar de acuerdo o no con semejante afirmación, lo cierto es que las pasiones de los protagonistas principales son turbadoras como pocas, y el sentimiento que recorre todo el libro es verdadero, indómito y muy poderoso.
Parece una ironía que Emily Brontë, una mujer con una existencia apacible y que vivió casi recluida junto a sus hermanas en Haworth, pudiera crear una historia de furia y pasión como es ésta, donde los personajes se guían por unos instintos que se asemejan más a fuerzas desatadas de la naturaleza que a emociones humanas; excepto los de los dos narradores, que sirven de contrapunto reflexivo —y muy parcial— al resto, los comportamientos de todos los caracteres son salvajes e incontrolables.
Bien es cierto que la narración se resiente un tanto del paso del tiempo, ya que el estilo escogido por la autora resulta hoy día demasiado artificioso, al menos, para mi: el estilo directo en primera persona es un recurso ingenioso para contar la historia, pero carece de credibilidad narrativa. Nelly es una testigo parcial y muy subjetiva, como lo es el señor Lockwood; además, es evidente que la narración de la sirvienta es un prodigio de «casualidades», al ser espectadora de prácticamente todo lo que ocurre en Cumbres borrascosas… o en cualquier otro lugar.
No obstante, pasando por alto aspectos técnicos (y hay que recordar que se publicó en 1847), “Cumbres borrascosas” es una impresionante historia sobre el amor, la pasión y las consecuencias que ambos pueden tener sobre las vidas de las personas que los padecen. A diferencia de las novelas sentimentales de la época, en este libro la emoción amorosa se concibe como una fuerza destructora, un fuego interno que devora todo aquello que toca y que no deja a salvo ni a amantes ni a allegados. La exaltación que somete a Heathcliff y a Catherine es rayana con la locura; no es un detalle banal el que en la novela abunden en escenas atormentadas o que esté cuajada de adjetivos enfermizos. Sus encuentros son siempre bruscos y están dominados por un ardor casi maníaco, una furia recíproca que sólo les mantiene separados por circunstancias sociales.
Es posible que una historia así no pudiera escribirse hoy en día precisamente por el cambio en la realidad social: aunque existan otros argumentos, la razón principal por la que Catherine aparta de sí a Heathcliff es por sus orígenes: por su falta de orígenes, en realidad, ya que nunca sabemos de dónde ha surgido (aunque las constantes referencias a su tez morena lo emparenten con gitanos; cuando no, como en algún momento se expresa, con demonios). Consciente de su pasión y del posible resultado fatal que puede acarrearle, Cathy decide casarse con Linton para proporcionarse a sí misma y a su descendencia un futuro honorable. Sin embargo, su ardor será mucho más fuerte de lo planeado y desembocará, como no podía ser de otra manera, en la autodestrucción. Ella misma es bien consciente de esto:
Mi amor por Linton es como el verde de los bosques. El tiempo hará que cambie, estoy segura, como el invierno cambia los árboles. Mi amor por Heathcliff se asemeja a las rocas eternas que sobresalen profundamente enterradas en la tierra: son motivo de escaso goce para quien las contempla, pero al mismo tiempo son necesarias. Nelly, ¡yo soy Heathcliff!
En esa identificación se resume el amor que ambos protagonistas sienten: al igual que la naturaleza es incomprensible cuando se desencadena, carente de propósito, el lazo que les une a ambos es eterno y oscuro. De hecho, esa relación que la autora establece entre los elementos naturales y los personajes es un recurso bellísimo para mostrar, de forma indirecta, lo indómito de sus caracteres y lo violento de sus afectos. Mientras que Cumbres borrascosas (que será el futuro hogar de Heathcliff) es un caserón tosco y agreste, la Granja del Tordo es un paraje hermoso y sereno, luminoso y fértil. Y sin embargo ambos lugares pertenecen al mismo territorio y se comunican de manera constante, así como el hilo que conecta a los dos protagonistas permanece intacto aunque sus caracteres sean distintos.
Pese al tiempo, pese al estilo y pese a las voces narrativas, “Cumbres borrascosas” tiene esa fuerza de las grandes obras que se eleva por encima de cualquier minucia formal o histórica; la pasión, el amor y el orgullo son sentimientos imperecederos, aunque se muestren en su faceta más salvaje.
sábado, 28 de marzo de 2009
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Me ha llamado la atención como Bronte, por el estilo de vida que tenía, debía haber escrito "Cumbres Apacibles" y nó "Borrascosas". Quizás si se hubiera atrevido a vivir de alguna manera sus personajes hubiera escrito "Cumbres Tormentosas" y nó "Borrascosas".
ResponderEliminarDe cualquier forma, Vida y Obra no van paralelas en los autores. El estilo no es mas que el fruto de unas circunstancias vitales.
Kant desarrolló toda una teoria filosófica sin haber salido en toda su vida mas de 100 kilómetros de su pueblo natal.
Al leer tu post la cabeza se me ha ido a títulos no literarios, sino cinematográficos, tipo "Al este del Edén" , "Gigante" o "la Gata sobre el tejado de zinc caliente".
No son de Bronte, pero lo clásico es siempre muy parecido.
Buena elección Moni, es un libro excelente, lo leí cuando adolescente...me lo has recordado para echarle nuevamente una mirada.
ResponderEliminarInteligente tu mami, recomendarte que leas!!! que hace a la formación de los individuos...besitos tesoro!!!
A mi me encantó el libro. Es uno de mis favoritos, sin duda.
ResponderEliminarCorrecaminos: Al Este del Edén es una película que vi hace muchísimos años (bueno, unos poquitos menos... jeje)y aunque James Dean nunca ha sido de mis actores favoritos, esa película me gustó bastante aunque es un poco dura también.
ResponderEliminarLas otras películas de las que hablas no las he visto pero las tendré en cuenta.
Muchas gracias.
Graciela, muchas gracias preciosa, la verdad que en mi familia siempre nos han inculcado el amor por la lectura desde muy pequeñitos.
ResponderEliminarEs una costumbre que me gusta mantener, no existe en el mundo nada mejor que una tarde tranquila con un buen libro...
Besitos reina
Morgana pues si tienes ocasión de ver la película te gustará también.
ResponderEliminarBesitos
MONI me gusta ir por las librerías, hay un perfume especial en ellas. Buscar entre los libros usados, no sé si allá existen lugares así, mis hijas han venido conmigo y ojalá no abandonen la lectura.
ResponderEliminarNo me gusta leer en internet, necesito una reposera, una silla...un lugar tranquilo al aire libre y el libro...allí me introduzco solo en eso y disfruto...besitos!!!