Pobre de mí, Pobre de mí ya se han “acabao” las fiestas de San Fermín. Con esta canción todos los pamplonicas de origen o de adopción que el día 14 de Julio se encuentran en Pamplona y todos aquellos que aún no estando en esa ciudad viven estas fiestas, despiden una semana de vértigo y, no creo que me equivoque si digo que de las festivas, sea la más conocida a nivel mundial.
Este año he podido, por fin, cumplir una de mis ilusiones gracias a un pacto hecho hace poco más de un año con Ana mi pareja, mi hija Gemma y David mi yerno. Los pactos deben cumplirse, y aunque en aquel pacto mi nieto era un proyecto, no puedo dejar de citar al pequeño Samuel que con tan solo seis meses ha aguantado como un campeón, una maratón que empezaba a las cinco de la mañana del sábado 11 de Julio y terminó a las seis de la mañana del día siguiente. En todo este tiempo, recorrimos aproximadamente 900 kilómetros de carretera y muchos kilómetros a pie por la ciudad de Pamplona y nos impregnamos de esta fiesta que yo calificaría de entrañable, pero a la que la proyección exterior que ha tenido ha convertido en algo muy distante de lo que debieron ser en origen y en tiempos no demasiado lejanos las fiestas de San Fermín.
Estas fiestas hunden sus raíces en la época medieval y sus orígenes se encuentran en una feria comercial, cuya existencia parece remontarse a los albores del siglo XIII. A esta feria que coincidía con el comienzo del verano (Fiestas de San Juan) asistían comerciantes de ganado con sus animales. Los mozos aprovechaban el paso del ganado por las calles, durante la madrugada, para protagonizar emocionantes carreras que acabarían por integrarse en los actos festivos. Los encierros de esta forma, no tenían carácter oficial tratándose de una “travesura” más o menos consentida por las autoridades y que no adquirió el título de oficialidad hasta el año 1.867 cuando se dictaron las primeras ordenanzas reguladoras del “encierro” nombre que en 1.856 sustituyó al de “entrada”. Junto al cambio de nombre, se adoptó el actual itinerario de casi 850 metros que conduce hasta la plaza de toros, entonces recién estrenada.
Por otra parte cada 25 de Setiembre, los pamploneses honraban a uno de los copatrones de Navarra: San Fermín, el otro es San Francisco Javier. Y es que, el patrón de Pamplona no es San Fermín como pueda creerse, si no San Saturnino de Tolosa (actual Toulouse) quien bautizó en el siglo II a los primeros cristianos de Pamplona, entre ellos el propio San Fermín que sería el primer obispo de la ciudad.
Y no fue hasta el año 1.951 que se trasladó la festividad de San Fermín a su actual día del 7 de Julio, propiciando la coincidencia con la ya citada feria de ganado y cumpliendo así los deseos de que dicha festividad se pudiera celebrar con mejores condiciones meteorológicas o para dotar de una cierta religiosidad a unas fiestas que nada o poco tenían a ver con la iglesia, tal y como ha ocurrido con otras tantas efemérides.
Coincidiendo con esta década, las fiestas de San Fermín adquirieron fama mundial de la mano, sobretodo, de Ernest Hemingway del que este año se celebraba el 50 aniversario de su última asistencia a las Fiestas. Fue gracias a él o de su mano que a la ciudad vinieron otros personajes coetáneos como Ava Gardner, Orson Welles o Arthur Miller.
A pesar de la peligrosidad que entrañan los encierros, el balance de víctimas mortales ha sido de 15 muertos en los últimos 85 años. Hasta ahora la última muerte en la calle fue la de Matthew Peter Tassio que fue empitonado en el año 1.995. A esta se le suma la de Daniel Jimeno Romero que rompía una tregua de 14 años sin víctimas en la calle, aunque en el interín se produjera la del veterano corredor pamplonés Fermín Etxeberria que fallecía en el hospital dos meses después de haber sido embestido por un astado en la calle de Mercaderes en el año 2.003.
Pero, con todo, los encierros no son la única actividad a reseñar de estas fiestas así que trataremos de explicar un poco lo que fue nuestra jornada.
Nuestra llegada a Pamplona se produjo sobre las 10:45 de la mañana y la suerte nos bendijo al encontrar una plaza de aparcamiento muy cerca de la plaza de los Fueros uno de los escenarios para los diversos actos a los que hemos hecho mención.
Al descender del coche tuvimos dos claras sensaciones: una positiva y otra negativa. La positiva fue el constatar como prácticamente todos los habitantes de esa ciudad van perfectamente uniformados, con pantalón y camisa blanca fajín rojo y pañuelo anudado al cuello igualmente rojo. Es tal la sensación de uniformidad, que lo realmente extraño es ver a alguien sin este atuendo, incluso trabajadores de establecimientos que habitualmente visten con traje y corbata o, en el caso de las mujeres con falda y blusa no prescinden del pañuelo como mínimo.
La impresión negativa fue el hedor a orina que desprendía la calle, hedor que se repetiría en otros muchos lugares de la ciudad y aunque nos referiremos a esto más adelante, vaya por adelantado nuestro reconocimiento al esfuerzo del Ayuntamiento ubicando muchos lavabos móviles que si bien no son la panacea, podrían, si todos fuéramos algo más cívicos erradicar esta impresión que como a nosotros, impacta negativamente en otras personas.
Caminamos y tras comprar el preceptivo pañuelo y fajín fuimos hasta la entrada de la plaza de toros o visto desde la perspectiva del encierro, el final de este. Allí vimos como los pamploneses recordaban al joven fallecido el día anterior anudando sus pañuelos en un tramo de valla de los que protegen el recorrido.
Desde allí fuimos desandando el camino que siguen los mozos en el encierro cruzándonos con infinidad de jóvenes y no tan jóvenes que a esas horas terminaban la jornada con un nivel de alcohol en vena más que considerable y visible.
Continuará mañana........
El olor a orín, a alcohol y vino, a cuero en el mercado, a polvora en los fuegos, parece que ha pasado mucho tiempo desde que se acabaron los Sanfermines y fue sólamente ayer.
ResponderEliminarUn abrazo y me alegro de que disfrutaran amigos.
Viva San Fermín!!! Volveremos otro año, pero con más calma, ya que como comprendereis todo lo que cuenta Jose lo hicimos en menos de un día y el cansancio casi dura aún jaja. Ya queda poco para vernos de pamplonica, en la 2ª parte!
ResponderEliminarPara alguno de los que no lo hemos disfrutado es un acontecimiento mítico.
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