Iba a publicar un comentario en el post del cabreado enmascarado pero creo que sería demasiado largo así que hare yo un post desde la tribuna libre.
Vaya de entrada mi absoluto rechazo a la violencia de género, la que sufren tantas y tantas mujeres, física y psicológicamente. No hay razón que justifique ningún tipo de violencia, pero mucho menos la que se ejerce contra los o las más débiles por un pretendido sentido de la propiedad, al que se debe añadir la certeza de la superioridad física. Hablar de superioridad psicológica sería un error, porque en este aspecto son muy inferiores a sus víctimas aunque se valen de los sentimientos de estas para sus maldades.
Seguiré diciendo que soy de los que piensan que la justicia, así en general, en este país, desconozco en otros, pero aquí está mal. Falta de medios y de recursos humanos y tecnológicos, leyes en muchos casos anticuadas que debieran ser cambiadas y no reformadas ya que muchas veces estas reformas son solo parches. Pero sobretodo falta, creo yo, formación por parte de los jueces. Quienes imparten “justicia” son seres humanos y como dice un refrán de mi tierra que traduciré: a tantas cabezas corresponden tantos sombreros, es decir que no hay dos seres humanos idénticos (salvo los clonados y aun aquí tengo dudas), por lo tanto cada juez puede ver y de hecho ve las cosas de forma distinta y ahí está el mal, porque en la intimidad podrán expresar libremente lo que piensan, pero en el ejercicio de su profesión, deberían ser totalmente imparciales y no dejarse influenciar por sus propios sentimientos. Pero es que además deben escuchar a otros: abogados que muchas veces defienden lo indefendible o fiscales que actúan de formas diferentes, expertos como los que se citan, Psicólogos, médicos forenses, peritos, investigadores privados, policías, testigos, medios de comunicación que emiten sus sentencias con total frivolidad, predisponiendo muchas veces a la masa social a favor o en contra de algo o de alguien aún antes de ser juzgado y un largo etcétera.
De verdad y desde mi mejor intento de mantener la cabeza fría, no es un trabajo ni fácil ni deseable. Ahora un apunte más sobre la justicia: ¿Sabéis por qué la representan ciega? Porque así debería ser, ciega para no tomar parte ni por uno ni por otro y aplicar las leyes tal cual, pero no olvidemos que las leyes las hacen seres humanos sujetos a todo tipo de pasiones.
Y volvamos ahora con el tema de los maltratos. Estoy de acuerdo, no, mejor estoy absolutamente convencido de que hay que ir mucho más lejos en este tema. Las pulseras no son la panacea, pero pueden servir. Conocemos un caso, un solo caso, de momento, en el que no ha funcionado, pero desconocemos el número de las que han podido funcionar, pero siempre resalta más lo malo que lo bueno. ¿Los policías? Sí, tenéis razón debieran ser más pero aunque fueran en proporción de uno por cada diez mujeres maltratadas y se diera el caso, improbable pero posible de que dos maltratadores decidiesen acercarse más allá del perímetro de alejamiento que tienen delimitado ¿Qué harían? ¿A quién socorrerían? ¿Qué criterio emplearían para que fuera A y no B la socorrida? Habrá quien diga que a cada mujer maltratada debiera corresponderle un policía, bien podría ser una solución, pero ¿En cuánto deberíamos incrementar la plantilla de la policía? Y ¿Cuánto nos costaría a los contribuyentes? ¿Estaríamos dispuestos a sufragarlo? Y ¿Qué hacemos con el resto de delitos que tanto nos enervan, como las violaciones, la corrupción de menores o la pederastia? ¿Deberíamos incrementar también la plantilla policial?
Yo ni tengo la respuesta ni voy a ser tan arriesgado de intentar darla, solo dejo las preguntas en el aire, pero continúo diciendo que aunque partidario de un incremento de la plantilla policial, no está ahí la solución.
Paralelamente a esto, no obstante, hay algo que en mi opinión es esencial y es intentar atacar el mal antes de que este pueda desarrollarse. Me explico: Mis padres me enseñaron de muy pequeño que no se debía pegar a nadie pero mucho menos a una mujer, esa era una cobardía imperdonable, ni siquiera se la debía amenazar o levantarle una mano de forma amenazadora.
Tampoco en la escuela se me permitía ningún tipo de violencia o escarnio hacia los demás. No quiero decir que no lo hubiera, pero desde luego no en presencia de los profesores. Hoy en día desgraciadamente la violencia está en las clases, está en las calles y está en nuestras casas. Si vamos circulando con el coche y alguien nos corta el paso, no dudamos en insultar y si nos responden hasta estaríamos dispuestos a bajar a partirnos la crisma y si acaso quien conduce el vehículo es una mujer, no nos ahorramos esa fase de “mujer tenía que ser” y eso lo hacemos solos o en compañía a veces de menores. En nuestras escuelas se permiten violencias de todo tipo incluso de género (Os recuerdo el asesinato de una niña por parte de uno o dos compañeros en Cataluña, porque ella no le hacía caso a uno de ellos) y no se hace nada. Los profesores han perdido su autoridad y bastante tienen con proteger su integridad física y hay muchos, más de los que pensamos, que están afectados por depresiones evidentes o latentes. En nuestro ocio la violencia se hace presente en las discotecas con porteros prepotentes que ante “elementos bebidos” utilizan la fuerza gratuita y desmesurada.
La violencia no se combate con violencia y mientras no seamos capaces de erradicarla desde la infancia, difícil lo tendremos para evitar, que no eliminar, la violencia adulta.
Por ello, suscribo que ante el maltratador la tolerancia debe ser cero aunque con casos como el del ya famoso profesor que por intentar defender lo que él creyó una agresión a una mujer, acabó en un coma por la suma de la agresión que él mismo recibió y de otras complicaciones, también entiendo que la gente se lo piense antes de intervenir.
El cumplimiento de las penas íntegras, eso es algo que creo está fuera de discusión, aunque me temo que por el momento es aún algo utópico. Tampoco aquí disponemos de las infraestructuras para dar cabida a todos los delincuentes de sangre hasta el cumplimiento de sus sentencias. Ni disponemos de cárceles, ni de funcionarios, ni de guardias civiles o policías autonómicos suficientes para ello, así que nuevamente la pregunta ¿más guardias civiles, autonómicos y funcionarios? ¿Más partidas presupuestarias? ¿Más impuestos?
Cabreado Enmascarado, no elimines de un plumazo a los psicólogos. Ni todos son buenos, ni todos son malos. Ni todos los delincuentes son irrecuperables, ni son recuperables. Puedo asegurar que no es tan sencillo engañar a un psicólogo aunque así lo parezca. Otra cosa es que estos hagan bien o mal su trabajo. Así que yo pediría más rigor en su quehacer.
Por último, no creo justo que se cargue contra este gobierno las culpas de lo que ocurre con este tipo de delitos. Hubieron gobiernos anteriores que tampoco hicieron su tarea y eso no hay que olvidarlo. ¿Qué se puede hacer más? No solo se puede sino que se debe hacer mucho más, queda aún un largo camino que recorrer y es su deber hacerlo y el nuestro el de exigir que se haga y reclamar y recordar el cumplimiento de sus obligaciones, en la calle, en los blogs o en donde se pueda.
Termino ya. No creo en la justicia divina, ni en la justicia humana, pero mucho menos en la justicia popular del ojo por ojo y diente por diente.
Ojalá ninguna vida dependiese de una pulsera aunque si una sola sirviese para salvar una vida no despreciaría su uso y aplicación. Ojalá ninguna mujer tuviera que abandonar su hogar con lo puesto y con sus hijos para convertirse en fugitiva de quien la amenaza de muerte o la muele a palos o simplemente la amenaza de palabra o la avergüenza en público o en privado. Ojalá ninguna mujer debiera estar pendiente de vigilar a su alrededor por si su ex. pareja ronda su casa, o su trabajo. Me gustaría que ninguna mujer tuviese miedo y que esa cifra macabra que eleva a más de una mujer muerta a la semana por violencia de género llegase a la cota cero aunque sea muy difícil.
Envidio de verdad la fuerza de voluntad de todas ellas, para seguir, para sacar su vida y la de sus hijos adelante a pesar del miedo y de las dificultades.
La lucha contra la violencia y en particular de la violencia de género no es una cosa de unos, es una lucha de todos y si todos nos implicamos puede ser que llegue el día en que la erradiquemos.
martes, 2 de diciembre de 2008
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No me queda mucho más que decir, creo que lo has expuesto tal como es y estoy totalmente de acuerdo con cada palabra, pero si me lo permites voy a poner algo que a mi me ayudo a salir, (a pesar de tener que “huir” con mis hijos)
ResponderEliminar"Jamás olvides, ni siquiera por un día… cuan especial eres".
Besitossssssssssss
Magnífico comentario.Con una visión muy amplia de todos los aspectos de un problema que a todos nos desespera y nos crea impotencia.Si MacGyver, así es como hay que analizar las cosas, con la sencillez que tu lo haces,poniéndose en el lugar de todos (excepto claro, en el del maltratador),las víctimas y los que de buena fé intentan corregir esta lacra.Soy profesora y cada día dedico mucho tiempo de otras áreas a trabajar el modo correcto de resolver los conflictos, el díalogo, la negociación,el respeto, la consideración, la empatía, la asertividad, y nunca considero ese tiempo perdido.No sirve de nada,(siempre se lo digo),saber muchas matemáticas, si seguimos comportándonos como zulús (con mi respeto a estos jeje, nos entendemos).Creo que todos los sectores de la sociedad, hemos de hacer nuestra aportación para evolucionar como seres humanos y terminar de una vez con conductas que ya no se justifican con el argumento de "siempre fué así".Muchos de nosotros hemos luchado en su día por algunos derechos,entre ellos, el de la mujer a ocupar su lugar en la sociedad, y duele ver como ese derecho nos pasa una factura dolorosa.Nuestros hijos tienen un largo camino por delante, ojalá sean capaces de coger el relevo y seguir avanzando.Tu aportación, en este caso,MacGyver,extraordinaria. Y a Mar solo puedo decirle... ole por tu valentía. Un abrazo
ResponderEliminarLo triste en todo esto es la aplicación de la Ley. Condenas mínimas para el maltratador y miedo eterno para las maltratadas. No es culpable el gobierno como bien dices y dijo en el otro pos el Cabreado, pero hay una dejadez o un vacio de poder para atacar de raíz este problema que los propios ciudadanos nos sentimos indefensos.
ResponderEliminarNo está la ley para proteger al asesino, pero sin embargo y a muchos casos podemos remitirnos, pequeñas y absurdas terapias, convencen a psiquiatras y jueces para que maltratadores, pederastas y violadores en poco tiempo estén por las calles acechando a su víctima.
Estoy contigo que desde la familia se ponen las raíces de la personalidad, pero desgraciadamente
en gran parte esta generación los padres están eludiendo su responsabilidad como tal y envían a las escuelas pequeños monstruos que pagan su deformidad personal con los profesores y estos también indefensos, se sienten acorralados y maltratados con leyes que no les protegen.
Un menor puede maltratar, pegar e incluso matar a un profesor y la justicia le dará amparo. Aun profesor si castiga, grita o expulsa de la escuela a un menor, además de esperarle el padre luego en la puerta, es posible que este abriendo la fosa de su despido.
Un muy buen post, felicidades.
El problema en España es que confiamos en la REISERCIÓN del preso a la sociedad una vez cumplida la pena.
ResponderEliminarPero realmente esto sucede, vemos a violadores de hijas que son condenados a 7 años y a los 3 ya están semi-libres.
Y yo tampoco creo en la pena de muerte (a todos los delincuentes) pero si no se han reavilitado no deberían volver a integrarse en la sociedad.
La lucha para conseguirlo es muy dura, otros países nos muestran que sus presos pocas veces vuelven a la carcel, igual deberíamos seguir el ejemplo.
Saludos Cordiales.