SOLO OPINO

Terrible problema cuando la razón de la fuerza se impone a la fuerza de la razón, cuando las palabras enmudecen por el ruido de las bombas.

El mundo se estremece estos días por los continuos bombardeos en la franja de de Gaza y los muertos de esta locura esconden otros muertes no menos absurdas en África, América o Ásia.
¿Pero cuáles son los argumentos, las razones de esta sinrazón? En el presente escenario de Gaza, se trata según dicen, de acabar con la amenaza terrorista de Hamás, una facción armada que además cuenta con la Presidencia de palestina pero, la raíz de todo esto es más vieja y habría que remontarse a las épocas bíblicas cuando el pueblo judío fue expulsado de sus asentamientos por los romanos. Desde entonces y como si se tratase de una maldición el pueblo judío ha sido malvisto y perseguido hasta culminar con el genocidio nazi. Perdidos sus territorios, a finales de los años cuarenta, concretamente en 1.948 Ben Gurión proclamó la constitución del estado de Israel pocos meses después de que la Asamblea General de las Naciones Unidas optase por la partición como única solución posible a las rivalidades árabe-judias en Palestina. Fue esta una solución desacertada visto lo visto.

El pueblo palestino pasó a ser el desterrado, mientras Israel se enfortecía, se expansionaba ocupando territorios mucho más allá de los estipulados por las Naciones Unidas y llegaba a ser lo que es actualmente, un potente estado prácticamente intocable apoyado por los Estados Unidos que se ven obligados a ello por el influyente lobby judío que controla buena parte de la vida económica de aquel país.

En el otro lado el pueblo palestino que fue acogido aunque de mala gana por otros países árabes. Y digo de mala gana porque siempre fueron fuente de problemas, cabe recordar muy rápidamente el enfrentamiento que fatah tuvo con Jordania en 1.970 o los problemas que acarreó al Líbano.

Y ya que he nombrado el Líbano, hay que recordar las múltiples veces que Israel ha invadido un país soberano como el Líbano o ha ocupado territorios en otros no menos que el anterior como Siria o incluso Egipto, sin contar la constante amenaza de destrucción sobre Irán a quien consideran un enemigo potencial y que sin duda puede ser o será su próximo objetivo.
No es pues de extrañar que a lo largo de los últimos 60 años se haya ido ganando el odio de los palestinos que mediante atentados suicidas y disparos de cohetes y algún que otro misil, hostigan al gigante.

¿Y cuál es la respuesta del gigante? La respuesta no es otra que la que vemos. Entrar como elefante en cacharrería, arrasándolo todo a su paso de forma indiscriminada, matando civiles indefensos, niños, seres humanos que no entienden de más lucha que la de subsistir, mientras el resto del mundo o al menos sus gobiernos miran hacia otro lado de forma vergonzosa o se llenan la boca de condenas, mientras por la espalda cierran vínculos de todo tipo.

La violencia engendra violencia. Los descendientes de estos civiles asesinados de forma absurda crecerán odiando a Israel y la violencia no se detendrá nunca ni siquiera aunque borrasen del mapa todo vestigio de vida en Palestina.

Nunca defendí el genocidio nazi ni lo haré por más violencia que empleen los judíos. No haré el caldo gordo a quienes ahora se valen de estos argumentos para fomentar actitudes xenófobas o antisionistas, pero tampoco defenderé las atrocidades de quienes sabiéndose y sintiéndose fuertes tratan, no ya de derrotar, si no de aniquilar a quien consideran sus enemigos ancestrales.

En el trasfondo la religión. La lucha entre musulmanes y judíos la defensa a ultranza de tradiciones y dogmas que conducen a estos fanatismos. La lucha por hacer de una ciudad Jerusalen, la bandera de sus reivindicaciones religiosas.

A veces he pensado que si desaparecieran, si destruyeran las mezquitas, sinagogas e iglesias cristianas de esa ciudad se acabaría buena parte del problema, pero no es así. Al margen de destruir un patrimonio cultural de incalculable valor, no se eliminaría el problema, antes al contrario aún se agravaría más. No son las piedras las que deben desaparecer, las piedras son siempre testigos mudos de la estupidez humana, si no las mentes que urden en las sombras el odio en aquellos que carecen del raciocinio suficiente para entender que nuestra vida es efímera, que estamos de paso y que mejor haríamos en ayudarnos, cooperar y colaborar para que ese espacio de tiempo que llamamos vida sea lo menos amargo posible, que en caer en el empecinamiento continuo de meter el dedo en el ojo del vecino.

Del reino animal somos los más torpes, y a pesar de tener una inteligencia más desarrollada somos los más tontos. Dicen que Dios tras crear al resto de animales, plantas y seres vivos creó al hombre. Si fue así, está claro que estaba muy cansado y así le salió su última creación. Luego tuvo que descansar y aún debe de estar haciéndolo a la vista de este mundo, y si no fue así y primero creó al hombre se entiende la chapuza por lo de inexperto, pero una vez tomada soltura nos podía haber arreglado ¿No os parece?