martes, 20 de enero de 2009

ACEPTANDO UN RETO.

Tomo el guante de un reto anónimo aunque no sé si voy a poder ser muy objetivo, puesto que las pensiones ya sean por jubilación o viudedad varían según la base reguladora y esta tampoco tiene una base fija pues depende de los años cotizados.

Pero si hablamos de pensiones mínimas la realidad es esta: Para el año 2.008 la pensión mínima de jubilación con cónyuge era de 9.036,44€ anuales y si no existía cónyuge de 7.250,46€.

En cuanto a las prestaciones por viudedad, para aquellos beneficiarios con cargas familiares era de 8.445,22 y si el beneficiario era mayor de 65 años o con un grado de discapacidad igual o superior al 65% era de 7.250,46€ al año. Los viud@s entre 60 y 64 años percibieron una pensión mínima de 6.755,70€ y los titulares menores de 60 años de 5.391,12€

Los casos y las cifras continúan pero no quiero ni tampoco pretendo cansar a los lectores del blog con un aluvión de cifras. Eso sí, en cualquier caso las pensiones mínimas no superaron, en el mejor de los casos, los 13.554,66€ que corresponderían a las personas con una gran invalidez permanente y con cónyuge a su cargo.

Por otro lado el máximo a percibir por pensiones públicas no podía exceder de 2.336,41€ al mes, si bien si el pensionista tenía derecho a más de 14 pagas al año incluidas las extraordinarias no podía superar los 32.709,74€ al año.

Sobre las compensaciones, cabe decir que estas dependen de las comunidades autónomas y por lo tanto ni son genéricas ni son de igual cuantía.

No cabe decir que estas cifras son cifras en bruto sobre las que se deberá aplicar la consecuente retención de hacienda, retención que podrá devolverse o no, según las circunstancias.

Pueden existir y de hecho existen otro tipo de ayudas y compensaciones económicas que pueden otorgar las administraciones locales aunque como en el caso de las comunidades autónomas no son generalizadas, ni iguales en cuantía y deben ser solicitadas anualmente y están sujetas a revisión.

Es posible, es decir estoy seguro, que se me quede algo en el tintero y pido disculpas desde aquí por mi ignorancia aunque no resulta fácil recabar información sobre el tema.

En cualquier caso, cuando se han llenado y se llenan páginas en medios de comunicación sobre los mileuristas y las dificultades de estos para vivir, resulta triste constatar que nuestros mayores, en su mayoría, deben vivir con unas pensiones mínimas que se mueven entre los 604,20€ a los 753,03€ mensuales.

Está claro que afortunadamente no todos los pensionistas de nuestro país cobran estas pensiones y que ya sea por las cantidades cotizadas o por acumulaciones de pensiones que también los hay, están por encima de estas cantidades.

Pero no son pocos los que se ven obligados a vivir o debería decir malvivir con estas cifras. Si pensamos en aquellos que además lo deben hacer en grandes urbes donde el coste de la vida es muy diferente, al alza, al medio rural y a su vez más insolidario que este, el misterio de la supervivencia de nuestros ancianos es todavía mayor.

Compran estrictamente lo justo. Con una carcasa de pollo, por ejemplo, algunas verduras y mucha agua cocinarán un caldo que tal vez les dure un par de días. Con una pechuga tendrán segundo plato para dos días y la fruta se reducirá al máximo. Se mueven entre tinieblas, es decir, con poca luz, para no consumir demasiado, la higiene se resiente aunque no podamos decir que se dejen, la ropa es aprovechada al máximo y así podríamos desgranar mil y un trucos obligados por la necesidad. En invierno sufren los fríos abrigándose con una manta o permaneciendo en la cama por más tiempo para no abusar del consumo de calefacción, sufren pensando hasta cuándo podrán afrontar el alquiler de sus viviendas si no las disfrutan en propiedad y su ocio no es muy amplio.

No penséis, lectores de este artículo, que exagero. Esto es una realidad mucho mayor de lo que creemos. No todos los jubilados y viud@s pensionistas pueden disfrutar de las vacaciones del Imserso, las tarjetas que otorgan precios especiales para cines u otros servicios y otras ventajas. Estos son los que acostumbramos a ver y sobre los que nos miramos cuando pensamos en cómo será nuestra vejez, la otra realidad preferimos no verla.

¿Hay solución a todo esto? No dispongo de la información que pueden tener los políticos de primera línea para poder afirmar o negar que la haya, pero entiendo que es una responsabilidad de todos. No podemos sentarnos a esperar que nos lo arreglen quienes debieran, porque la realidad nos enseña o nos debería haber enseñado que esto no es así.

Algunos mayores lo resuelven compartiendo piso, con otras personas de su misma edad o con jóvenes estudiantes, lo que les crea un vínculo y una responsabilidad frente a los otros. Otros dependen contra su voluntad, de los hijos. Otra solución es la compra colectiva de productos no perecederos aprovechando esas ofertas de 2x1 o 3x2 a las que son tan aficionados nuestras cadenas de supermercados para cargarnos de productos. Los hay que teniendo el piso en propiedad se acogen a las hipotecas inversas, es decir, al fallecimiento del solicitante, el banco se quedará con la vivienda y a cambio este pagará una cantidad en un solo pago o de forma mensual y vitalicia. Con ello se consigue mejorar los recursos económicos.

Hay otras formas de ayuda. A veces sería tan sencillo como que los tenderos tuviesen precios especiales para ellos, los márgenes de beneficio lo permiten. No sugiero regalos-limosna, todos tenemos nuestra digonidad que no debemos pisar, o podemos ayudarles en sus reparaciones domésticas empleando algo de nuestro tiempo libre, o realizando esas gestiones que incluso a los jóvenes resultan complejas ante las administraciones y así podríamos desgranar una larga retahíla de posibilidades.

Para los que aún no hemos llegado, los fondos de pensiones o planes de jubilación pueden ayudar pero en ningún caso suplir las prestaciones, salvo que se disponga de una capacidad económica muy saneada que permita efectuar aportaciones considerables cada mes pero esto solo se lo pueden permitir pocas economías y como siempre serán las que menos deban preocuparse por el futuro.

Por otra parte, a veces olvidamos la capacidad que tenemos para forzar decisiones. La esperanza de vida es cada vez mayor, por lo que cada vez habrá mayor cantidad de personas mayores y estas personas son votantes potenciales, lo cual quiere decir que bien organizados nuestros mayores podrían hacer un lobby con una fuerza significativa que a buen seguro no pasaría desapercibida a cualquier político que se precie de serlo y tenga aspiraciones o la formación o partido que represente. No se trata de ideologías, se trata de supervivencia. ¿Utopía? Tal vez, aunque yo creo que no. Creo que en el futuro habrá un nuevo color que deberá ser tenido en cuenta.

2 comentarios:

  1. buenísimo el post mcgyver, la verdad que es triste ver la situación de muchos abueletes después de toda una vida currando de sol a sol. mucho ánimo a tod@s y no nos olvidemos que si estamos aqui es por ellos.

    un saludooooo

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  2. El estado es así de sinvergüenza, les deja con una miserable pensión.

    Saludos Cordiales.

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