lunes, 7 de junio de 2010

PENSAR Y RECAPACITAR

Hola a tod@s:

Dice un viejo refrán español: A donde fueres haz lo que vieres. Buen refrán este, si no fuese porque la mayoría de las veces prevalece otra frase no menos conocida: Haced lo que yo diga y no lo que yo haga.

Mejor hubiera sido que los españoles hubiesen aprendido de los andalusíes allá por los tiempos de la llamada "dominación árabe" sobre tolerancia y el respeto a las costumbres, usos y creencias.

La sociedad no ya de este país, sino la llamada sociedad occidental, nos empeñamos una y otra vez en creernos los únicos portadores de la verdad y de la razón. Nosotros somos los que evolucionamos hacia una sociedad, más avanzada, más justa, mas igualitaria, mas solidaria, mientras el resto representa todo lo contrario.

Mientras hoy, miramos con recelo cuando no con odio, las costumbres y usos de los inmigrantes que pueblan nuestras ciudades y pueblos, nos olvidamos que no hace tanto, tan poco que aún recuerdo haberlo vivido, aquí, en España, una mujer no podía obtener el pasaporte sin el permiso paterno o del marido. Las nuevas generaciones ni siquieran sospechan que era obligado el llamado "servicio social" para las mujeres, que venía a ser el equivalente al servicio militar de los hombres y que sin ello, no se podía acceder a muchas cosas, entre ellas el mercado laboral.

No hace tanto tiempo, tan poco que incluso hoy en día aún puede verse, el luto era algo común entre las mujeres. El uso de la mantilla para asistir a misa o a las procesiones, los vestidos de colores violáceos que eran sinónimo de alguna penitencia o de pertencer a alguna entidad religiosa, o que las mujeres llevasen pañuelos en la cabeza, eran algo común en nuestras calles. Yo mismo con mis escasos dineros había comprado a mi madre o a mi abuela algún pañuelo de estos como regalo en fechas señaladas.

La ostentación de símbolos religiosos como medallas, escapularios, rosarios, cruces, misales etc.
era y aún hoy sigue siendo habitual.

El ver curas sin sotana o monjas sin hábito era algo muy raro o impensable en el segundo de los casos y aún hoy si vemos una monja con el hábito de su congregación no nos sorprende y mucho menos nos molesta. A lo sumo lo vemos como algo "folclórico". Pero si quien va cubierta con un "sayo" de hombros a pies y/o con un pañuelo en la cabeza es una mujer creyente de la fe musulana, la miramos como si se tratase de un bicho raro, compadeciéndonos de ella pensando que está obligada a ello por una sociedad machista que se lo impone.

Y, en nuestro afán de ser defensores de los únicos valores válidos y verdaderos de la sociedad, somos capaces de negar el derecho a la enseñanza o prohibir, como primer paso, el uso del pañuelo y otras prendas a las mujeres islámicas en estamentos oficiales, después vendrá su uso en público y si no el tiempo dará o quitará razón.

No defenderé el uso de estas prendas cuando vienen impuestas contra la voluntad de quien debe llevarlas, al igual que no defiendo el uso de los uniformes militares o de cualquier otro estamento si son impuestos y no voluntarios.

No comparto los usos y costumbres de cualquier sociedad que relegue a la mujer a un segundo plano solo por el hecho de serlo y conste que aún hoy aquí, en nuestro país y aún incluso en muchísimos países que se declaran mucho más avanzados y progresistas que nosotros, el hecho de ser mujer y aún más, madre, supone un impedimento para poder acceder a un empleo y mucho más a cargos de responsabilidad.

Pero si defiendo la libertad del individuo. La libertad de cada cual de creer o no creer en Cristo, Alá, Buda, Krishna, Mao o el capital. Y si desde esa libertad existen mujeres que deciden por propia voluntad y no por imposición de sus padres, maridos o autoridades religiosas, abrazar la religión islámica y en consecuencia hacer uso del pañuelo o velo, no seré yo quien ponga trabas a ese acto de libertad.

Eso sí, entiendo que la ocultación total o parcial del rostro no se debe aceptar, de la misma forma que no se acepta el uso de máscaras, antifaces o badanas que cubran la cara. Se trata de algo obvio por y para nuestra seguridad. Pero no es lo mismo un pañuelo cubriendo la cabeza que un burka.

Lo peligroso del debate sobre la prohibición del Burka, el nigab o el chador, no está en si censuramos o no su uso. El verdadero peligro reside en que este es o puede ser un primer paso para otras prohibiciones o lo que es lo mismo para nuevos recortes de libertades.

La sociedad occidental es muy dada, dejados llevar por prejuicios absurdos frutos de la ignorancia y de intereses de unos pocos, a cometer todo tipo de atropellos contra el resto de la humanidad, lo hicimos con los musulmanes en España, después con los judíos y los moriscos en toda Europa, contra los luteranos, los turcos, los mal llamados indios americanos, los africanos en general a quienes se esclavizó, los musulmanes de nuevo en sus propios países durante las cruzadas, los judíos otra vez en la segunda guerra mundial o los palestinos en la actualidad o los gitanos.

Ah y por si alguien piensa que los musulmanes invadieron España así sin más, os invito a un repaso a la historia, pero no a la que nos enseñaron en los colegios tan general, tan parcial, sino a profundizar un poco más, lo justo para saber que los musulmanes, mal llamados árabes fueron llamados desde el interior de la península.

Concluyo afirmando que los peores enemigos no están fuera sino dentro de nosotros mismos y se llaman ignorancia, incomprensión e intolerancia. Tal vez si dedicáramos un poco más de nuestro tiempo en conocer y comprender, seríamos un poco más tolerantes, solidarios, en definitiva, un poco más buenos. O no.